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La ciudad de 50m2

El gran reto al que nos enfrentamos como humanidad nos obligó a cambiar drásticamente las formas de habitar la ciudad y de relacionarnos con los lugares y las personas; por un tiempo nos toca inventarnos una nueva figura frente al colectivo, ahora virtual. El espacio de congregación se convirtió en un imaginario, una añoranza. Como la de mi abuela cuando hablaba del Retiro Antioquia -su pueblo natal- en la década de los 30: ese lugar que existía en sus recuerdos, pero al que el paso de los años lo había convertido en el lugar de otros.

Hoy resulta impensable ir a un parque público, salir a un bar o a una discoteca. Esos espacios que se pensaron para darnos libertad y que ahora materializan el temor al contacto, que sin lugar a dudas todos estamos sintiendo. El encierro colectivo y la parálisis de las ciudades se han convertido en el experimento más interesante de nuestra generación; por décadas este momento y nosotros, quienes lo vivimos, seremos objeto de estudio.


Es curioso ver cómo el funcionamiento urbano se detuvo. Como si le diéramos un gran respiro a la ciudad. Dejamos de hablar del TrasMilenio, del trancón, de los huecos de Bogotá, del metro (que seguramente se retrasará más por la pandemia), para hablar de nosotros, de nuestra salud física y mental, nuestro tiempo libre, nuestros deseos, de a qué le dedicamos la vida, de cómo nos enfrentamos al mundo. El encierro y la soledad nos confronta con nuestros miedos, nos hace mirar hacia adentro sin tener como excusa el afuera. Y esto, sin lugar a duda, afecta también la forma cómo vivimos y entendemos nuestro entorno.


Hace ya casi un siglo se habla de las ciudades como el futuro, desde preceptos para habitarlas, hasta innumerables escritos sobre las dinámicas que en estas se desarrollan hacen parte de sus registros. Y esto no es cosa menor; hoy más del 55% de la población mundial es urbana [1] y la tendencia es creciente. En Colombia, como en el resto de países de Latinoamérica, las aglomeraciones urbanas concentran casi el 80% de la población [2] y con la tendencia creciente a la consolidación de toda la población en centros urbanos, el país indudablemente cambió.


Sin lugar a dudas, por concentrar la mayor cantidad de población aglomerada, el foco de esta pandemia son las ciudades y los más afectados somos sus habitantes. Hemos limitado nuestra vida urbana a 50m2, pasamos el día buscando la forma de trasladar todas las dinámicas de la ciudad a las que estamos acostumbrados a nuestros hogares que nunca habían sido tan públicos.


Hemos expuesto nuestra cotidianidad a lo virtual, pasamos las oficinas a nuestra intimidad, atendemos las video llamadas desde la sala de nuestras casas, como diciendo “todos pueden pasar”; no importa si esa sala está en Bogotá, en Berlín en Nueva York o París. ¿No es este acaso el momento más global que hemos vivido? Muy seguramente en unos meses podremos volver a caminar por la ciudad, ir a la oficina, salir de fiesta. Ojalá cuando esto pase sintamos tantas ganas por no volver a perderlo como para cambiar nuestros hábitos, para ser más conscientes, apreciar el espacio público como lugar colectivo, replantear el tiempo que nos gastamos moviéndonos de un lugar a otro, nuestra relación con la naturaleza, el uso de la tecnología, afrontar que los desafíos de la ciudad contemporánea son otros y materializarlo. Así como, por la década de 1830-1840 cuando la epidemia de cólera obligó a sacar la primera reglamentación sanitaria, que más tarde se convertiría en el precedente de la moderna legislación urbana, que nos permite hoy en día vivir en ciudades.


¿Será la forma como habitamos las ciudades durante esta pandemia lo más parecido al futuro? Eso no lo sabemos aún, lo que sí sabemos es que el mundo ha cambiado y nos enfrentamos a la oportunidad más grande que hemos tenido como generación de repensarnos. Si no lo hacemos, definitivamente, perdimos el tiempo en casa.


No quisiera terminar sin antes aclarar que: este es un texto escrito desde mi vivencia personal durante la cuarentena y el privilegio de no estar pensando en mi subsistencia diaria mientras todo pasa. Ojalá todos pudiéramos coincidir en que esta pandemia llegó para hacernos mejores, pero cuando la necesidad inmediata apremia es imposible dedicar el tiempo a pensar en el futuro.


Notas de página:

[1] Banco Mundial. Población Urbana. Tomado de: https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.URB.TOTL.IN.ZS

[2] Notas de la Cepal. La urbanización presenta oportunidades y desafíos para avanzar hacia el desarrollo sostenible. Tomado de: https://www.cepal.org/notas/73/Titulares2.html

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